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Mostrando entradas de febrero, 2010

España de blanco y en blanco

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Resulta curioso que mientras en España cae lo que cae. Mientras en muchos pueblos (la mayoría) y ciudades de este País nos helamos, la noticia en la tele de todos (la 1 y la 2) es que en Washington ha nevado la leche. Parece que es lo único importante. Nuestra nieve, frio o hielo se mezcla en una noticia de segundo nivel con las temperaturas que tienen en Lituania o en casa Cristo, lo importante es la nieve americana. Es que ya ni el tiempo es noticia en España, ya no pintamos nada en ningún sitio. Los teutones y gabachos se montan una cumbre informal en Bruselas, y al presidente le dejan como al Quijote: con su triste figura. Los alemanes y franceses toman el mando, ellos son los que dicen que se ha de hacer y el presidente de turno europeo (ZP) se queda fuera, no pinta nada. Solo tenemos que ver quienes han aparecido en la rueda de prensa. Visto lo visto, José Luís, déjate ya de Europa o de la nieve de los yanquis y céntrate en sacar a España de nuestro problema si no quieres que de

Pájaros de barro

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¿Nunca han pensado que en este sistema en el que nos encontramos da la sensación de que no somos más que meras figuritas decorativas?. ¿Esas figuras que se limpian, adornan e idiotizan cada vez que llega un proceso electoral?. En este mundo de gilipollitis estratégica, los prebostes de cada partido nos moldean a su gusto y para evitar que la figurita se deforme y perturbe, nos dan un poco de agua. Llegan las elecciones, nos engalanan y nos venden la consabida frase de que es la gran fiesta de la Democracia. Quince días antes nos hacen la pelota y nos prometen, hasta que metes y una vez has metido, ya sabéis, se jodió lo prometido. Soy de los que piensa, siente y dice que la Democracia (con mayúsculas) es el sistema menos malo de todos los posibles. Y digo esto porque cada día se nos olvida, o quizás se les olvida a los cofrades de cada partido, que todo emana de nuestra Constitución y en mi modesto entender estos artistas cada vez nos alejan más de Ella. Dice nuestra Carta Magna que