¡Qué poco hemos aprendido en dos mil años!

Marco Tulio Cicerón, quizás el más importante autor de la historia romana. Orador, letrado y reconocido político dejó una extensa obra en forma de cartas, entre ellas las escritas «acerca de las inclinaciones de los líderes, los vicios de los comandantes y las revoluciones estatales»

Allá por el año 55 A.C. (¡hace casi 21 siglos!), nos dejó esta premonitoria advertencia: «El presupuesto tendrá que estar equilibrado, el tesoro tendrá que volver a llenarse, la deuda pública se tendrá que reducir, la arrogancia de la burocracia tendrá que ser atemperada y controlada y la ayuda a las tierras extranjeras tendrá que eliminarse para que Roma no entre en la bancarrota. El pueblo debe otra vez aprender a trabajar en vez de vivir de la asistencia pública».

Pero aquí, ni caso: ¡qué poco hemos aprendido en dos mil años!. Los que ahora mandan y desean seguir haciéndolo y los de la oposición, que anhelan el cargo de otros tiempos y buscan la manera de regresar cuanto antes. Unos y otros siguen enfrascados en su guerra partidista para asegurar poltrona, mientras los curritos de base, seguimos políticamente jodidos y engañados. Y a Cicerón, que le den por donde amargan los pepinos, pues como pensará la mayoría de ellos: a mi lo mío, que se dice en el mundo taurino.

Este País extremadamente burócrata, donde se multiplican las delegaciones, las comisiones, los altos cargos de confianza y el todo vale, no me deja de sorprender. Mientras vivimos una crisis en toda regla, donde cada día son más los que las pasan canutas, donde se nos pide austeridad y donde la tristeza económica es lo que prevalece; los que deberían encargarse de alegrarnos la cartera, pierden el tiempo en el Congreso de los Mamones que parodió Evaristo diciendo: «Señores Diputados: la situación es extremadamente grave, elaboraremos un consenso para meterlo dentro de un marco, ¡que monada!. Como primer punto del orden del día actualizaremos nuestros sueldos, y como segundo punto, bajaremos el de los demás.»

En todo este asunto la frase preferida es: austeridad en el gasto; pero parece que solo debe aplicarse al nuestro, pues los mandantes no parecen tenerlo en cuenta y juegan con la pasta como si les fuera al pairo la situación de España. La palma se la lleva la miembra del Gobierno y ministra de Igual-dá, Bibiana Aido. Para justificar un ministerio sin sentido (pues la Ley del aborto, su proyecto estrella, se podía haber hecho perfectamente desde Justicia), se gastará unos austeros 845.803 € (BOE nº 41, 16/02/2010 Pág. 14529), en interesantes estudios como: la elaboración de un Mapa de Inervación de Excitación Sexual en Clítoris y Labios Menores, en otro sobre Topografías Domesticas en el Imaginario Femenino o también en una Memoria de la esclavitud: esclavas negro-africanas y españolas abolicionistas (Siglos XVI al XIX). La ministra de los actores y la SGAE tampoco le va a la zaga. La Sin-descargas, ha publicado en el BOE del pasado 4 de febrero ayudas por un importe de casi 84 millones de Euros para el cine, quizás se debe tratar del pago por hacer la mueca de la ceja en los festivales.

Menos mal que a pesar de todo, este País es esplendido y saldremos adelante haciendo caso a Cicerón y aguantando los desaguisados que nos preparan el Gobierno y la Oposición.

Salud y força al canut que dicen por el Mediterraneo

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