“La nueva rebelión”
Pasó el mayo bisiesto por
Las Merindades despertando letargos. Sus últimos días fueron como los primeros,
de manifestaciones populares. Los primeros por las calles y los segundos de
interior. Hacía ya tiempo que se empezaba a mascar otro ambiente, ese que hizo
que la mañana del 25 amaneciera como más limpia, más clara, como diferente. Ese
lunes miles de sonrisas se dibujaban en las caras hasta ahora apáticas de muchos
vecinos. Rostros resignados se tornaron cómplices, deseosos de contar cosas, de
regocijarse de lo vivido solo unas horas antes.
Pues cierto es que la noche
del 24 de mayo fue diferente en Las Merindades, en Burgos y en España. El mapa
teñido de azul que dibujaba nuestro País se fue haciendo multicolor a medida
que pasaban las últimas horas de esa jornada. La expectación ciudadana crecía a
medida que los sondeos se convertían en datos. Números, siglas y colores muy
diferentes a los de otros años. Plataformas o colectivos ciudadanos, que dieron
el paso hacia la política, hastiados de tanta corrupción, tanto mangoneo, tanto
descaro, tanta desvergüenza y tanta lejanía con la gente por parte de las
grandes empresas electorales, se convirtieron en los protagonistas de la fiesta
de la Democracia. Mucha gente harta de tanto chalaneo decidieron expresar su
cabreo llenando las urnas de papeletas de renovación, de ilusión, de otra
oportunidad. Barcelona o Madrid comenzaron rompiendo los encorsetados moldes y
dieron el grito del nuevo tiempo cambiando radicalmente el espectro político hacia
opciones ciudadanas distintas a los aparatos monolíticos tradicionales. En los
pueblos, donde las elecciones locales son más cercanas por el conocimiento
directo de los candidatos, la cosa siguió el mismo guión. Bastiones
tradicionales de impensable caída se tambalean ante el empuje de nuevas formas
e ideas. Aquí en la comarca, Medina y Villarcayo son los ejemplos más notables
de ese cambio. En este último municipio, en 2011, 1 de cada 2 votos dieron el
gobierno al Partido Popular. En 2015, 2 de cada 3 le están pidiendo que se
vaya, que ya es hora de dar paso a otras opciones diferentes.
Ese reto de poner en marcha
ayuntamientos nuevos, limpios, sin miedos ni deudas de partido, sin prepotencia
ni arrogancia y con ganas de gestionar bien lo público, con transparencia y con
la ayuda de la gente, empieza a calar en nuestros pueblos y ciudades. Parece
que el desprecio, la hipocresía, el engaño y el trato a los vecinos como si
fuesen una iletrada masa borreguil, se les ha vuelto en contra dándoles en el
morro de la realidad pero sin contemplaciones.
Decía Francisco Umbral en
su discurso al recoger el premio Cervantes, refiriéndose a El Quijote, que con
su creación nació la primera rebelión española del intelectual aburguesado, la
primera revolución burguesa del hidalgo antecedente y el primer motín del
castellano pueblo, un motín de uno solo, Sancho, que vale por todos los que
vendrán. Quizás hemos comenzado una
nueva rebelión este mes de mayo y a partir de ahora, el hombre que no haga esa
revolución interior, que no pegue ese salto vecinal, será comido por el poder,
amortajado por lo establecido y muerto de asco.
Pero también se debe ser
cauto en este envite, pues no se puede despreciar a quienes durante tantos años
han sustentado los resortes del poder, pues conocen el medio, los modos y aún
tienen fuerza para calcinar ilusiones y reventar esperanzas. Así, don Quijote
quiso darle un último consejo a su fiel escudero Sancho, antes de que este
cogiera las riendas de la ínsula de Barataria: «Este
último consejo que ahora darte quiero, puesto que no sirva para adorno del
cuerpo, quiero que le lleves muy en la memoria, que creo que no te será de
menos provecho que los que hasta aquí te he dado: y es que jamás te pongas a
disputar de linajes, a lo menos comparándolos entre sí, pues por fuerza en los
que se comparan uno ha de ser el mejor, y del que abatieres serás aborrecido, y
del que levantares en ninguna manera premiado. …Señor -replicó Sancho-, si se
imagina que por ser gobernador me ha de llevar el diablo, más me quiero ir
Sancho al cielo que gobernador al infierno.» (Cap. LXIII Libro II). Salud.
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