“Alboroto de sensaciones”
Una de las cosas que tiene las redes sociales es que
puedes dar calda sin exponer para nada tu culo. Digamos que puedes dar por ese
lugar sin que sepan quien narices eres, sobre todo cuando lo habitual es que
los usuarios utilicen un apodo, mote o nick. Por eso cuando Barcenas hizo su ya
celebre peineta (moderna manera de definir cuando alguien te manden al lugar
donde la espalda coge profundidad) a Rajoy se le debió cerrar el esfínter o lo
que es lo mismo, apretó el culo al saber lo que se le venía encima. Y es que
las redes sociales, principalmente twitter, permiten soltar comentarios o
pensamientos rápidos casi en el momento de tener una sensación. Si escuchas
algo que te agrada o desagrada lo largas y arreando. Por ejemplo, cuando a
Marianocho le crece la nariz en el estrado y se calienta la boca con monsergas,
a otros los dedos les queman y pueden soltar cosas como: «Si hombre.
Y tu padre que tal mea».
Y es que en estos días cuando aprovechando el buen tiempo
y que el País se para del todo y no solo por la crisis, al personal nos da por
viajar, bueno a algunos, ya que otros dicen que no les gusta salir de su pueblo
pues nada le aporta hacerlo. Y es que uno se pone de muy mala hostia y como
sabe que los que mandan no escuchan, al menos sientes consuelo en airear y
compartir tu desasosiego a los cuatro bits de Internet, con la seguridad de que
alguien te entenderá y compartirá la frustración del ciudadano tullido,
maniatado y vapuleado, en definitiva jodido por los que dicen nos gobiernan.
Buen invento eso de viajar. Aunque la mayoría de las
veces vuelvas mas cansado que cuando marchaste. Aunque vuelvas con la cartera
resentida y la espalda colorada. Y es que el alboroto de sensaciones que
experimentas viendo, sintiendo, disfrutando, degustando o sencillamente
cambiando de aire, de rutinas o de costumbres es indescriptible. Sobre todo
descubriendo nuevas maneras o modos de hacer las cosas y quizás, por que no, a
ver las cosas con otros ojos, como dice este espacio. Te das cuenta que la
cuestión, por ejemplo, no es preguntarse que pueden hacer Las Merindades (o
cualquier otro lugar donde vivamos) por nosotros, sino que podemos hacer
nosotros por ese lugar. Pero de todo ello me ha decepcionado la perdida
generalizada del entorno rural. El desarrollo ficticio basado en modos y
maneras de crecimiento de las ciudades llevado a los pueblos ha supuesto en la
mayoría de los casos la perdida total de su propia esencia y razón. Una
planificación insostenible y nada sustentable determinada por una copia de la
ciudad trasladada al mundo rural a deshumanizado éste y convertido el mismo en
pequeños barrios sin orden ni concierto. Si esto le añadimos la crudeza con la
que la crisis ha golpeado a ese modelo nos encontramos con un enorme basurero urbanístico
de imposible vuelta atrás.
El desarrollo rural no tiene que basarse en modelos
urbanos, pues ya la realidad nos deja claro que nada tienen que ver. Establecer
modos y maneras urbanitas en nuestros pueblos hará que paulatinamente los
negocios y el hábitat tradicional desaparezcan definitivamente. Y si no para
eso están los políticos y su política de reformas de la administración local
para encargarse de acabar con lo poco que queda del mundo rural. Precisamente
ahora cuando las telecomunicaciones pueden cambiar las pautas de desarrollo es
cuando se hace más necesario evolucionar hacia entornos más acordes y más
cercanos al siglo XXI. Es ahora cuando la política real, no aquella basada en
el arte de servirse de los ciudadanos haciéndoles creer que se les sirve a
ellos, ha de apostar por soluciones tecnológicamente ciertas, nada de querer
hacer costosas consultorías a partir de colocar avances tecnológicos vendidos
en la ciudad y de nula e imposible implantación en nuestros pueblos. Se ha de
creer y hacer política tecnológica. ¿Pero eso que quiere decir?. Pues
sencillamente que se ha de apostar por planes de desarrollo que eliminen la
brecha digital, que ayuden a implantar otros modelos de crecimiento sin
castigar nuestro entorno, sin agujerear nuestro suelo, sin destrozar nuestro
futuro y sobre todo que permitan que nuestros hijos puedan crear sus negocios
en nuestra tierra con las mismas oportunidades que en la ciudad y sin tener que
depender de la rentabilidad económica que las grandes operadoras necesitan para
acercar la tecnología a nuestros hogares.
Hasta el propio Cervantes menciona un avance tecnológico
anterior a su época, sin el cual quizá el Quijote no habría obtenido la
difusión que consiguió y no fue otro que la imprenta, que ya tenía siglo y medio
de antigüedad en Europa y medio milenio en China. Cervantes refleja la
importancia de esta haciendo que don Quijote visite una durante su estancia en
Barcelona, justo después de la aventura de la cabeza parlante: «Sucedió,
pues, que yendo por una calle alzó los ojos don Quijote y vio escrito sobre una
puerta, con letras muy grandes: "Aquí se imprimen libros", de lo que
se contentó mucho, porque hasta entonces no había visto imprenta alguna y
deseaba saber cómo fuese. Entró dentro, con todo su acompañamiento, y vio tirar
en una parte, corregir en otra, componer en ésta, enmendar en aquélla, y,
finalmente, toda aquella máquina que en las imprentas grandes se muestra.
Llegábase don Quijote a un cajón y preguntaba qué era aquello que allí se
hacía; dábanle cuenta los oficiales; admirábase y pasaba adelante».(Cap. LXII Libro II) Salud.
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